El Malecón Habanero es un espacio mágico, saturado de símbolos, que funciona como una doble frontera, entre el pasado y el futuro. En su muro se sobreponen recuerdos, que anclan a sus habitantes a su historia; y sueños, anhelos, aspiraciones que lo arrojan hacia posibles futuros. De cierta forma, el Malecón es un nexo que conecta no solo a la isla con el mar, sino a las personas que lo viven con sus experiencias.

 

Para el artista panameño Emmanuel Moses, esta noción del nexo espaciotemporal es una constante que ha venido desarrollando en los últimos años. Sus series de portales dimensionales e interdimensionales no son ajenas en un país que conecta no solo dos océanos, sino además 2 continentes.

 

Su punto de partida es la luz, que reorganizada en determinados patrones y ciertos ángulos, es percibida por el ojo como distancias que a su vez conducen a umbrales. Vacíos de tiempo y espacio que absorben sus contornos con una fuerza increíble, llegando incluso a torcer los bordes mismos de la realidad que los contiene.

 

Para su proyecto en Detrás del Muro, Moses propone 2 portales simétricos. Un poco de la misma forma que lo hace el Malecón, su obra proyecta 2 umbrales hacia universos opuestos, pero de cierta forma complementarios, como son el pasado y el futuro, la derecha y la izquierda, lo cálido y lo frío. Y más allá de las 2 opciones evidentes que ofrece al espectador, indeciso en la encrucijada, existe de forma implícita una tercera, que evade la exclusión justo en el punto medio en que las 2 se encuentran: El Diálogo. Así el espectador no solo es parte de la pregunta que le lanza el artista, sino también de la solución a esa pregunta.

 

Recordemos que las obras de Emmanuel Moses provienen de ese impulso esencial de la mente humana para imaginar mundos posibles. Son piezas que invitan al escape, a la libertad de los pesos cotidianos; realidades en donde el artista ha dispuesto una puerta abierta a lo desconocido, un punto de partida hacia lo extraordinario.

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By: Rigoberto Otaño Milián